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La isla del tesoro

Роберт Льюис Стивенсон

Robert Louis Stevenson

La isla del tesoro

PRГ“LOGO DE LA EDICIГ“N ESPAГ‘OLA

EN el campo abundantísimo de la moderna literatura inglesa, la casa de Appleton no ha tenido sino el embarazo de la elección, para decidir qué obra debería ocupar el segundo lugar en la colección de novelas inaugurada con el aplaudido “Misterio…” de Hugo Conway.

Roberto Luis Stevenson ha sido el autor elegido, y si la traducciГіn no ha sido tal que borre todos los mГ©ritos del original, ya encontrarГЎn no poco que aplaudir y mГЎs aГєn con que solazarse los lectores hispanoamericanos.

La Isla del Tesoro no tiene la pretensiГіn de ser una novela trascendental encaminada ГЎ mejorar las costumbres Гі censurar los hГЎbitos de un pueblo. No entran en ella en juego todas esas pasiones candentes cuyo hervidero llena las modernas obras de ficciГіn con miasmas que hacen daГ±o. El lector que busca en libros de este gГ©nero un mero solaz que refresque su espГ­ritu, despuГ©s de largas horas de un pesado trabajo moral Гі material, no se verГЎ aquГ­ detenido por disertaciones inoportunas ni problemas ociosos. Nada de eso.

La Isla del Tesoro es una narraciГіn llana, un romance fГЎcil, un cuento sabroso con un niГ±o por hГ©roe, y que, ГЎ pesar de sus peripecias dramГЎticas y conmovedoras, conserva en todo el discurso del libro una pureza y una sencillez tales que no habrГЎ hogar, por mucha severidad que impere en Г©l, del cual pueda desterrГЎrsele con razГіn.

Stevenson se propuso, ademГЎs, describir con esa difГ­cil facilidad que parece ser un secreto suyo, esas escenas y aventuras marinas en que el lector percibe, desprendiГ©ndose de la sencilla narraciГіn, ya el olor acre de las brisas de la playa, ya el rumor de la pleamar deshaciГ©ndose contra las rocas, ya el eco monГіtono de los cantos de marineros y grumetes empeГ±ados en la maniobra.

La fГЎbula es sencilla pero perfectamente verosГ­mil; con sГіlo que se recuerden los horrores que realizaron en los mares que dividen el Antiguo del Nuevo Continente aquellas hordas de piratas ingleses que tantas veces abordaron las naos de Nueva EspaГ±a y del PerГє, se comprende la posibilidad de ese feroz CapitГЎn Flint que, tras de adquirir un tesoro por la rapiГ±a y la audacia, lo esconde en el corazГіn de una isla desierta para excitar con Г©l, ГЎ su muerte, la avaricia y la sed de oro de sus mismos cГіmplices.

La Isla del Tesoro ha sido juzgada de la manera mГЎs favorable por los mГЎs severos crГ­ticos ingleses, y es de esperarse que, salvo lo que pueda haberla depreciado la traducciГіn, encuentre una acogida que corresponda al mГ©rito del original, no menos que al empeГ±o con que la casa de los Sres. Appleton han llevado ГЎ cabo la ediciГіn espaГ±ola.

В В В В Manuel Caballero.

Nueva York, Julio de 1886.

PARTE I

EL VIEJO FILIBUSTERO

CAPГЌTULO I

EL VIEJO LOBO MARINO EN LA POSADA DEL “ALMIRANTE BENBOW”

IMPOSIBLE me ha sido rehusarme á las repetidas instancias que el Caballero Trelawney, el Doctor Livesey y otros muchos señores me han hecho para que escribiese la historia circunstanciada y completa de la Isla del Tesoro. Voy, pues, á poner manos á la obra contándolo todo, desde el alfa hasta el omega, sin dejarme cosa alguna en el tintero, exceptuando la determinación geográfica de la isla, y esto tan solamente porque tengo por seguro que en ella existe todavía un tesoro no descubierto. Tomo la pluma en el año de gracia de 17 – y retrocedo hasta la época en que mi padre tenía aún la posada del “Almirante Benbow,” y hasta el día en que por primera vez llegó á alojarse en ella aquel viejo marino de tez bronceada y curtida por los elementos, con su grande y visible cicatriz.

TodavГ­a lo recuerdo como si aquello hubiera sucedido ayer: llegГі ГЎ las puertas de la posada estudiando su aspecto, afanosa y atentamente, seguido por su maleta que alguien conducГ­a tras Г©l en una carretilla de mano. Era un hombre alto, fuerte, pesado, con un moreno